lunes, 13 de febrero de 2012

Cuento de San Valentín.


 San Valentín... aaaaw... Es un día tan hermoso como los arcoiris dobles.
 Sin duda un día que no debes dejar atrás y pasarlo con tu pareja o la personita de la cual estás enamorado/a.
 Para inspirar un poco la confianza, de esta bella jornada de abrazos y ternura, les voy a dejar una linda historia, en la que narra la experiencia de un joven y su amada.
 Basado en una famosa fábula campestre, ustedes se sentirán, no sólo identificados, sinó también enamorados de los personajes y sus sentimientos.
 Leyendo este cuento te darás cuenta del significado del amor y el cariño.
 ¿Estás listo para emocionarte y sentirte motivado? Pués comencemos. 

  Marcos se pasaba todos los días sentado bajo el árbol de su patio. Era un enorme Roble de casi 3 metros y medio. Sus hermosas hojas verde oscuro se mezclaban con la luz del Sol y resplandecían con las gotas de las últimas lluvias de la primavera.  Ese árbol era tan especial desde que Marcos había nacido, ya que sus recuerdos perduraban en el tronco por 19 años. 
 La tarde era algo que podía ser comparado con el paraíso y el pasto estaba tan suavesito que se podía dormir en el. 
 Acostado en el suelo y mirando al cielo, Marcos, observó un papel que se encontraba clavado en la punta de una rama. Un poco frustado, porque hacía parecer que el árbol estuviera sucio, escaló, sin pensarlo dos veces, hasta donde se encontraba la hoja de papel. 
 Marcos conocía el Roble como la palma de su mano. Sabía donde subirse con más facilidad o la parte en la que el Sol no llegaba y se podía estar en lo alto sin la necesidad de quemarse por el calor. 
 Sin problemas, llegó hasta la rama, sacó el papel y se dio cuenta que no era más que un sobre con una carta en su interior. La observó por varios lados y en la parte de atrás había un corazón dibujado, con lo que parecía sangre. Abrió el sobre con sumo cuidado y retiro el contenido. Era una hoja de papel, doblada en tres partes, con algunas manchas de sudor de dedos. Desplegó la carta y la carilla estaba toda llena de dibujos de corazones a su alrededor y en el centro había un mensaje que decía "Ámame hasta en la muerte".

 Sin avisar, una brisa, lo suficientemente fuerte, empujó a Marcos haciéndole caer la carta de sus manos. Se agarró rápidamente de un rama cercana y observó, al papel, caer lentamente hacia el suelo pero este no cayó allí sinó en el hombro de lo que parecía una muchacha sentada en el tronco del Roble. Marcos sintió un leve escalofrío y pensó: <<¿En qué momento llegó esa chica allí?>>. 
-¡Che! ¡Vos! ¿Qué hacés ahí?- Exclamó Marcos desde la punta del Árbol. 
 Sin respuesta de la joven, decidió bajar para ver quien era la misteriosa persona. 
 Ya, sano y salvo, en el suelo, se acercó hacia la muchacha. 
-Eh... ¿Todo bien?- Dijo Marcos, mientras le agitaba levemente el hombro. Todavía, sin respuesta y sin ver su rostro, se enfadó y le giró la cabeza para verle la cara. Marcos se espantó y se cayó de espaldas al suelo, alejándose a con los brazos extendidos y ayudándose con los pies. Lo que lo había asustado era la expresión sin vida de la chica allí sentada. Sus ojos saltones, sin pupilas y la piel blanca como la nieve. El pelo lo tenía desbaratado y sucio, mientras que la nariz estaba toda desfigurada, llena de gusanos. Lo más macabro de esa imagen era la sonrisa. Sus labios rojos carmesí y sus dientes ensangrentados convertían a la pobre niña, en un monstruo maniático y sediento de muerte. El torax lo tenía completamente abierto y las víceras se le escapaban, siendo el alimento de las alimañas.
 Marcos estaba horrorizado, sus ojos sólo se podían concentrar en el cadáver. Su parálisis lo limitaba a balbucear y llorar. Una sensación le sacudió todo el esófago y se vió obligado a vomitar. Mientras lo hacía, cerraba los ojos y deseaba que esa imagen desapareciese de su mente.
 Pasaron 5 minutos y Marcos seguía sin abrir sus ojos. Terminó de escupir un poco y con la manga de su camiseta se limpió la boca. Se levantó, aún sin ver nada, puso su mano en el tronco del árbol y empezó a correr hacia cualquier dirección. Con todas sus fuerzas el movía sus piernas para estar lo más lejos posible de aquel cadáver siniestro. 
 De pronto, tropezó. 
 Adolorido en el suelo, Marcos abrió los ojos y observó con lo que se había tropezado. Sus pupilas se dilataron y las lágrimas empezaron a salir lentamente, al ver que lo que le había causado aquel tropiezo era el mismo cuerpo mutilado, quien agarraba de su pierna y no lo soltaba. Empezó a chillar y en sus intentos fallidos por safarze, pudo ver que el árbol aún seguía en el mismo lugar y se dió cuenta que no se había alejado lo más mínimo del Roble. 

 El destrozado cadáver de la niña estaba inmóvil pero con la fuerza que apretaba la pierna de Marcos parecía tener vida propia. Este empezó a darle patadas para soltarse y un grito aterrador shockeó a Marcos. 
 La cabeza de la joven, empezó a girar hacia el sentido en que se encontraba Marcos y se quedó mirándolo fijamente con esa sonrisa desgarradora y macabra.
-¡¡ÁMAME!! ¡¡ÁMAME!! - Gritaba la niña, con una voz horrible y chillona. Mientras lo hacía le presionaba más y más la pierna a Marcos, rompiéndole los tejidos. 
-¡Soltame, Soltame! - Exclamaba el chico, con toda la valentía que podía. La muchacha ignoraba por completo y al mismo tiempo se acercaba al rostro de Marcos. 
-¡¡¿Por qué no me amás?!! ¡¡DECIME!!- Eran las únicas respuestas que se podían obtener de la chica. 
 Marcos sólo podía llorar, gritar y esforzarse para soltarse de las garras del cadaver viviente, ya que pedir ayuda era inútil, parecía como si nadie lo escuchase. 
 Se safó una mano, cerró el puño con fuerza, tomó envión y le dió un fuertísimo golpe en la cara a la niña. Esta no hizo más que dar un grito desgarrador y angustiante, al mismo tiempo se aferró más duro a la pierna de Marcos y la tironeó con tal energía que se la arrancó del cuerpo. El chico sufrió cómo jamás en su vida y,  por reflejo, se agarró la hemorragia con la mano, intentando frenarla. 
 La muchacha estaba abrazada a la pierna qué había sido separada de Marcos. Esta se reía y masticaba la piel desgarrándola. 
-¡Con esto demostrás tu amor hacia mí! - Decía mientras sonreía macabramente e ingería los pedazos de carne que retiraba del miembro que sostenía en sus brazos.
 Marcos estaba traumado y espantado. Mientras se desangraba por completo y empezaba a perder fuerzas, se intentó arrastrar hacia su casa. La niña al ver que escapaba, soltó la pierna y se abalanzó hacía Marcos. 
-¡NO TE VAYAS! ¡AMAME, MARCOS! - Al tiempo que gritaba, le rasguñaba la cara y rompía la ropa. La energía que largaba la muchacha era incontenible. Parecía luchar contra un peleador de Lucha Libre. 
 Ya completamente desangrado, Marcos, utilizó la poca fuerza que tenía y puso las manos en el cuello de la chica. Comenzó a apretujarle la yugular con lo único de energía que le quedaba. Improvisar era su última salida, así que al mismo tiempo se puso encima de ella y la empezó a golpear en la cara, así hasta que la muchacha quedó inmóvil. 
 Marcos se aseguró que estaba, al menos inconciente y luego se volvió hacia el lado del pasto. Ya con toda la sangre que él había perdido, sólo le quedaba esperar y morir. Se puso a mirar el Árbol por última vez y al terrible monstruo al cual se había enfrentado. Vió que en el bolsillo del pantalón de la niña sobresalía un papel. Estiró su brazo y lo retiró. 
 Era otra carta y esta vez le resultaba conocida. La desenvolvió y se había dado cuenta de algo. Era un mensaje para Marcos en la que ella declaraba su amor y este friamente se le había negado.
 Marcos empezó a llorar y lentamente iba muriendo.

Escrito por: Mauro Arrieta (A.K.A: Ultra)

  Esta historia tiene una moraleja... No, no sé cual es. ¡Feliz San Valentín y ojalá duerman bien!
  
¡Saludos!